Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que hablamos. Ya ni siquiera recuerdo cuál fue nuestra última conversación. Lo que sí sé es que te echo de menos. Entiendo por qué nos distanciamos y por qué ya no quisiste saber nada de mí, pero tras más de cinco años creo que es hora de cerrar las heridas que aún puedan seguir latentes.
Tú has rehecho tu vida con una persona que te quiere bien, y yo sigo con aquel chico del que me enamoré cuando aún era una niña. Quiero que sepas que no está orgulloso de cómo te trato y, si pudiera volver al pasado, intentaría que las cosas hubieran terminado de otra forma. Sin tanto daño, sin tantos reproches, sin hacerte sentir que no valías.
Sé lo que pensabas de mí cuando vuestra relación apenas empezaba. No te culpo. Por amor se hacen cosas inimaginables y no te guardo rencor por ello. También sé que con el paso de los años me llegaste a considerar una amiga. Yo desde que te conocí admiré tu fuerza y simpatía, me parecías (y me sigues pareciendo) una persona admirable que ha sabido salir adelante y que lucha por lo que quiere. Me da pena no haber estado ahí contigo. Para ti.
Supongo que esta noche la nostalgia me ha vencido y escribo en vano unas palabras que nunca llegarás a leer. Si alguna vez lo haces y sientes que quieres retomar una vieja amistad, ya sabes dónde encontrarme.
Te echo de menos, eme.