domingo, 12 de octubre de 2014

Unos minutos más tarde y miles de sensaciones después...

Cerré la puerta y me acerqué sin saber bien qué decir cuando llegara donde él estaba. Mi cara reflejaba la tristeza, el desprecio y el rencor de quien ha sido engañado con mentiras, de quien ha sentido algo real por alguien que fue totalmente falso. Ni el rímel, ni el brillo de labios podían ocultar las lágrimas que corrían libremente por mis mejillas. Ojos rojos y una mueca de dolor era lo único capaz de mostrarle a aquel ser que maquillaba sus palabras para tratar de no herir sin saber que cada una de aquellas frases que brotaban de sus labios me iban matando lentamente. Había algo raro en esa habitación esta vez, sentía un ambiente distinto, algo así como un espacio de aire cargado de verdades. Estaba confusa, ¿estaría hablando en serio esta vez o simplemente eran imaginaciones mías? Levanto la cabeza y le miro decidida, tratando de ver lo oculto, dónde estaba la trampa, si una vez más sería víctima de la falsedad y caería enredada en su trampa tejida de mentiras y engaños. Su expresión es sincera y su voz no tiembla al cerrar la conversación con un "te quiero". ¿Era eso lo que tanto tiempo había querido escuchar? Sí, lo era. Habían sido muchos años sin saber de su existencia, sin tener una pista con la que seguir sus huellas, de historias deshilachadas que habían cobrado el sentido de toda una vida en tan solo unos segundos, de momentos de angustia ya aliviados al saber que la culpa no fue de ninguno, de lágrimas que se transformaban en sonrisas al abrir los ojos y lograr ver que la magia que sin querer se creó un día aún seguía ahí, de sueños que volvían a cobrar ese tono color esperanza con la ilusión de verse cumplidos algún día, de un "adiós" con sabor a "tranquila, de haberlo sabido siempre hubiera permanecido aquí". Me levanto, esta vez con una cara totalmente distinta a la que al principio tenía, pues la tristeza, el desprecio y el rencor habían dado paso a la alegría, la admiración y el amor; sonrío y, sin quererlo, mis brazos están rodeando su cuello mientras sus manos se deslizan suavemente hasta llegar a mi cadera. Unos minutos más tarde y miles de sensaciones después noto cómo sus labios y los míos por fin se acarician y se funden suavemente. Por una vez pude sentir que los finales no siempre tienen un tono amargo, que aún había esperanza para un alma perdida como yo.

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