viernes, 7 de noviembre de 2014

Soy yo por haber dejado de vivir por mí para morir contigo lentamente.

No voy a decir eso de "no soy yo, eres tú" porque sería mentira. Eres tú. De hecho, por ser como eres, has convertido nuestra relación en una colección de momentos tediosos y que merecen ser olvidados, porque eres una persona destructiva, huidiza, auto-compasiva y pusilánime. No quieres crecer, no quieres disfrutar, no quieres explorar. Hay que improvisar para sentirse vivo. Hay que dejarse sorprender, cambiar de planes. Pero tú no, tú todo lo cuentas, lo calculas, lo mides, lo pesas, lo cronometras. Cada vez que miras el reloj se me revuelve el estómago. ¿Qué es eso tan apasionante a lo que pareces llegar tarde a cada minuto? ¿Me quieres contestar? Espérate, que a lo mejor no es justo decir que solo seas tú, puede que también sea yo. Sí, puede ser. Pero soy yo por dejarte ser como eres, soy yo por no haber dicho antes que me faltaba el aire, soy yo por pretender que las cosas fueran bien cuando siempre han ido rematadamente mal, soy yo por no escuchar a mi piel cuando me decía, una y otra vez, que le repugnaba la tuya. Sí, mi piel odia a tu piel, y esto es algo químico, algo que no se puede controlar, porque, para empezar, una piel nunca se equivoca, no tiene capacidad para juzgar, son solo células que sienten, ¿me entiendes? Una piel no sabe si el dueño de la otra piel es gilipollas o no, ¿estamos? Una piel no sabe si el dueño de la otra piel es gilipollas o no... solo sabe ser piel y nada más que piel. Espérate, que no he terminado. Te decía que soy yo por haber sido como tú, soy yo por haber renunciado a mí, soy yo por haber dejado de vivir por mí para morir contigo lentamente. Por eso comprenderás que me tengo que ir, ninguno de los dos se merece estar pasando por esto.

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