viernes, 1 de julio de 2011

Diario de una adolescente.

No soy la persona más feliz del mundo, pero tampoco la más triste. No soy la más inteligente, pero tampoco la más tonta. No soy de esas que se pasan horas y horas delante del espejo arreglándose, pero tampoco me gusta perder el tiempo viendo una caja tonta donde salen muñequitos hablando. No soy la más normal ni la más indicada para hablar, pero tampoco estoy loca y, aunque me equivoque numerosas veces, sé que en ocasiones tengo la razón. No sé con certeza hasta qué punto la gente se siente identificada conmigo, pero no es fácil ser adolescente. La gente no te toma en serio cuando tomas decisiones que sólo tomarían "los adultos", pero tampoco quieren que seas un niño. Si vas al parque y empiezas a columpiarte en esos viejos columpios en los que has pasado tu infancia o te tiras por ese tobogán que siempre ha estado sucio te mirarán con cara rara y susurraran a quien tengan al lado algo desalentador sobre ti y te diran que eres "mayorcito" para esos juegos. Sabes, a mí me gustaría seguir siendo esa niña de grandes ojos verdes inocentes que jugaba todo el día sin descanso y no se preocupaba por aprobar el examen de mañana de matemáticas o entregar aquel trabajo de música pendiente desde hace una semana. Pero no, todo ha cambiado, eso sin hablar de ese primer amor que aparece en tu vida sin tú haberlo llamado y que nunca tendrás. Sí, casualmente todo el mundo tiene ese primer amor en la adolescencia pero casi nadie acaba con él. No lo entiendo. Nadie me entiende. Tus padres, tus profesores, tus amigos.. sientes que nadie te entiende, que estás solo pero en realidad, a todos nos pasa lo mismo.
También, como cualquier persona, tengo un secreto inconfesable. Nadie sabe realmente quién soy, de dónde vengo o de quién estoy enamorada. Todo el mundo cree conocerme perfectamente pero sólo ven ese escudo que me rodea, el que me protege. Si de verdad me dieran una oportunidad descubrirían que no soy para nada lo que aparento, pero no. Los adolescentes son así, sólo fiesta, ir a la moda y criticar, sin hablar de la revolución de hormonas que hay dentro de sus cuerpos. En fin, estos años son los peores de mi vida, pero también los mejores.

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